Sus manos se deslizaron por el piano mientras una melodía salía de sus cuerdas. El joven que lo estaba tocando dejaba su alma en cada nota que salía del oscuro piano
Unos pasos se hicieron presentes por el fondo de la sala. El joven paró de tocar y se giró, para ver entrar a una joven de pelo chocolate y labios carmesí.
Una sonrisa se esbozó en los labios del chico, quien llamó a la nueva acompañante. La joven se sentó en la butaca del piano al lado del chico de cabellos azabache y comenzó a tocar el piano. El azabache siguió la melodía con ella mientras sonreía y rozaba sus manos "sin querer".
El azabache se acercó y cerró sus ojos para juntar sus labios en un beso. Cuando los abrió la habitación se encontraba a oscuras y el piano roto. Se levantó del piano y se dirigió a una estantería donde estaban unas fotos. La observó mientras sus ojos llovían y sus brazos lloraban sangre.
Los recuerdos inundaron su mente al ver las fotos. El sonido del piano fue sustituido por sus sollozos y lamentos.
"Siento haber hecho esto, te extraño"
La joven de pelo chocolate leía la carta con el corazón roto.
"Si estás leyendo esto supongo que es porque ya no estoy.
De verdad que siento haber hecho esto, pero ya no puedo
seguir más. El vacío que siento se hace más grande a cada
segundo que pasa y pierdo más las fuerzas para avanzar.
No es tu culpa, has sido lo más bonito que me ha ocurrido
en la vida. Por favor, sigue adelante y no te quedes en mí.
Estaré siempre contigo aunque no me veas, sabes que yo
nunca te dejaré aunque no esté físicamente a tu lado.
Por favor, vive. Tú eres fuerte. Lo único que no me arrepiento
de haber hecho es haber pasado este tiempo contigo.
Te amo"
Dejó la carta y se sentó en el piano, tocando la melodía que ambos solían tocar juntos.
Por un momento vio su cara y su sonrisa, y sintió su calor.
Rompió a llorar.
Nunca superaría su partida.